Los chefs aventureros
Los chefs aventureros
Es común que un chef haga alarde de disciplina pero no tan común es que en su currículum se encuentren cuatro años de servicio en el cuerpo de marines de Estados Unidos. Así que cuando se habla de disciplina, ya sabemos que el chef Jared Reardon sabe de lo que está hablando.
Por supuesto enrolarse en los marines no es la única forma de adquirir la disciplina, y Sonia Arias lo sabe: apasionada de los postres desde sus tempranísimos ocho años, tomó su primer curso de repostería y chocolatería en el Culinary Institute of America a la tierna edad de quince años. Mientras el resto de las niñas de su edad vestían sus vestidos de quinceañeras, Sonia descubría que su pasión era también su destino profesional.
Después de cuatro años de servir a los marines estadounidenses —donde aprendió también el valor del tesón y la constancia—, Jared Reardon ingresó al Culinary Institute of America para formarse como cocinero. Fue allí, en las queridas calles de Nueva York, donde conoció a Sonia Arias, quien con el tiempo se convertiría en su pareja y socia. (CIA, forjador de parejas duraderas.) Graduado del instituto, Jared hizo las maletas y dejó Nueva York para enfilar hacia Nueva Orleans, una de las capitales gastronómicas de América. Ahí desarrolló las habilidades en el Commander’s Palace, el padre de los restaurantes de esa ciudad. Jared volvió al imán de Nueva York un año después, donde trabajó en el Marriott Marquis y en el que sería su definitiva segunda escuela: Bouley.
Sonia, por su parte, al salir de la universidad se colocó bajo la tutela del gran Thomas Hass, reputado maestro chocolatero, en el restaurante Daniel –de Daniel Boloud, uno de los reyes culinarios de Nueva York. Después de un paso por el Danube, del chef David Bouley, pudo por fin trabajar codo a codo con Jared en Bouley.
Sonia había nacido en la ciudad de México y pronto fue hora de volver al terruño. (Llamémoslo de alguna forma.) Jared la siguió, naturalmente. Juntos abrieron Jaso en julio de 2006. En Jaso es posible contemplar la unión de estos dos ingenios: por una parte, el menú salado de Jared, ocupado en insuflar nuevo brío a la comida americana siempre atendiendo la estación del año; por otra, la incansable inventiva de Sonia, probablemente la mejor repostera de México: postres inteligentísimos, explosivos o que hablan en voz baja, juguetones o elegantes.
Esta vez, las curiosas, las arbitrarias coincidencias del amor no se equivocaron.
…no tan común es que en el currículum [de un chef] se encuentren cuatro años de servicio en el cuerpo de Marines.