El chef visionario

Roberto Solis

El chef visionario

Roberto Solís estaba en otra cosa, y en otra cosa llevaba 26 años de vida, cuando le pegó la inspiración gastronómica. Y como sucede con todas las vocaciones verdaderas, ésta ya no lo abandonó.

Hasta el día de hoy, Roberto Solís destaca por su visión única de la gastronomía yucateca. Con una visión que, acaso sorprendentemente, no se había visto en la península del sur del país, Roberto Solís fundó el restaurante de alta (altísima) cocina yucateca Néctar, en Mérida, en el año 2004. (En la celebración de sus 10 años estuvieron algunos de nuestros 21 Chefs: Jair Téllez de Laja y Merotoro; Guillermo González Beristáin de Pangea en Monterrey y Elena Reygadas de Rosetta.)

La experiencia de Solís es, por decir lo menos, cuantiosa: fue uno de los diez chefs mexicanos invitados al Sabor Food and Wine Festival; ha colocado a Néctar en el top de los mejores restaurantes de México según Travel & Leisure; fundó el Festival Gastronómico Kobe en Mérida… En todo ello se trasluce un abundante cariño hacia la cocina de todo tipo, aunque Solís ha tenido un claro énfasis en la revitalización de la gastronomía yucateca.

Su experiencia también proviene de un amplio recorrido por el mundo. En algún momento Roberto se percató de que la innovación y las ideas frescas también se cosechan por montones en otras partes del planeta, así que, después de empacar sus pertenencias y trasladarse al aeropuerto, emprendió el clásico viaje de conocimiento que todo chef (todo ser humano) debe vivir.

Este proverbial rito de iniciación gastronómica lo llevó a realizar una estancia en el restaurante Fat Duck, de Inglaterra, un clásico de la experimentación molecular. Después de permanecer allí por seis meses, Roberto sintió que era tiempo de conocer nuevos aires —y sabores—, y migró al restaurante Noma de René Redzepi, en Copenhague, Dinamarca. Su aprendizaje siguió allí, hasta que finalmente decidió mudarse por última ocasión antes de fundar su propio restaurante. Guardó nuevamente las maletas y tomó el último avión de su recorrido gastronómico por el mundo. ¿Destino? Nueva York.

Roberto llegó a la Gran Manzana a realizar una estancia en Per Se, de Thomas Keller. Uno de los mejores restaurantes de Nueva York y por tanto del mundo. Después de un rato de trabajar allí consideró que había aprendido lo suficiente. Voló de vuelta a su amada Mérida y, con la experiencia y las ideas adquiridas después de su viaje por el mundo, se decidió a renovar la comida yucateca. El resultado fue Néctar, donde no es falso decir que la comida de la península está experimentando una pequeña y necesaria revolución.

El chef Roberto Solís ha tenido un claro énfasis en la revitalización de la gastronomía yucateca.

X