La chef apasionada

Mónica Patiño

La chef apasionada

Es una de las chefs más reconocidas y reconocibles de nuestra cocina. Merecidamente: ha dedicado su vida a explorar la gastronomía mexicana, sus influencias y sus mestizajes. Empezó a cocinar desde chiquita; en el jardín de la casa de su familia recogía hierbas, molcajetito en mano, y hacía sus primeras salsas… Sus padres, ya entrando a la adolescencia, le enseñaron el oficio del buen diente.

La llevaban a buenos restaurantes en cualquier ciudad del mundo que visitaran… ¿A quién no se le iba a desarrollar el paladar? Tal vez el gran giro en su vida fue su entrada a El Cuarto Camino, que la nombró su cocinera –y para el cual tuvo que aprender a cocinar de verdad. Fue entonces que Mónica comprendió que debía extender sus horizontes, zarpar. Se fue a estudiar cocina a París –tomó cursos en L’École de Cuisine de la Varenne y en Lenôtre– y cuando regresó puso su primer restaurante, en Valle de Bravo. Tenía pinta de cabaña, cartita de diez platos, unas cuantas mesas y se llamaba La Taberna del León.

En algún punto Mónica decidió mudar su lugar al Distrito Federal. Y La Taberna del León, en Plaza Loreto, se convirtió en el restaurante más importante de la ciudad de México durante la segunda mitad de los años noventa.

(Como siempre, no todo ha sido miel sobre hojuelas para la chef. Bolívar 12, su restaurante del centro de la ciudad, tuvo que batallar mucho antes de cerrar; MP, su bistro oriental, y Náos, de más altos vuelos, vieron el paso veleidoso de estar de moda, y luego no estarlo. También tuvieron que cerrar.)

Por suerte para todos, Mónica ha perseverado. No es exagerado decir que lo que comenzó en La Taberna fue una pequeña revolución culinaria. Mónica contribuyó a que cambiáramos nuestra forma de comer. Ella llevó a los restaurantes de lujo tostaditas de tinga, sopecitos de la abuela… Es una revolución que puede comprobarse todos los días: así son, ahora, los mejores restaurantes mexicanos de la ciudad.

Hoy, además, la chef Patiño se ha convertido en un icono de la colonia Roma –su barrio. Delirio, en la esquina de Monterrey y Álvaro Obregón, es una tienda/restaurante constantemente lleno, que ya abrió una versión ‘abarrotes’ en la calle de Colima. (No dejen de probar su torta de pollo al horno. Suculenta.) Y acaba de abrir, también en la esquina de Monterrey y Obregón, un espacio increíble: Casa Virgina, tal vez el restaurante más bonito de la colonia más bonita de la ciudad de México. No es poco decir.

No es exagerado decir que lo que comenzó en La Taberna de León fue una pequeña revolución culinaria. 

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